viernes, 17 de septiembre de 2010

Las locas vacaciones de Mala Pe y cía.


Bueno, si pensaron que me olvidé de ustedes y en la puta vida iba a bloggear algo más, se equivocan.

Estoy en una nebulosa de mala leche que me turba bastante y me aleja del teclado y la escritura.

Peeero buceando en el arcón de mis recuerdos, llegué a un lugar no tan lejano en el tiempo.

Sí. A continuación van a saber qué hice el verano pasado. Enero de 2010.

El viaje más improvisado y disparatado de mi vida. Todo por amor.

Sí, por amor a una banda con la que me encapriché como niña de 5 años.

Resulta que Bersuit Vergarabat un buen día decidió separarse y algunos de sus integrantes conformaron De Bueyes.

Sí sí... esos que cantan un tema que tiene una letra muuuy profunda que dice "No quiero que seamos dos, prefiero que seamos tres, porque cuando somos dos yo me aburro".

(Por si no los conocen, ahí les va el corte difusión de su primer disco: De Bueyes, más que una yunta.)





Cuestión que iban a tocar en el balneario rionegrino de las Grutas.

Era la mía, cumplir mi capricho de verlos en vivo.
24 horas en el mar sólo para ver a la banda y volver. Si eso no es amor, el amor dónde está? EH?

No fui groupie de chica, me propuse serlo de grande.

Como tengo un hermano y un amigo de fierro (a partir de ahora G y E), que decidieron sumarse a mi locura, partimos los tres una madrugada, sin nada planeado, con lo puesto, una carpa, dos paquetes de galletitas, una lata de atún, alcohol a mares y viendo dónde nos llevaba el viento.

Y el viento se ensaño y nos jugó las mil y una pasadas, Murphy mediante.

He aquí la crónica de un viaje desopilante.



Episodio uno
Oid mortales el monstruo sagrado

El colectivo más pedorro que podría habernos tocado, con los ocupantes más impresentables del mundo estaba allí, esperándonos, llamándonos a ingresar en sus entrañas para vivir las 6 horas más desagradables de nuestras vidas.

Ya de entrada el tufo era insostenible.

Un olor a... humano... insoportable.

El aire no se respiraba, había que agarrarlo con cuchara y tragarlo.

Horror!

Y para variar, creo haberles dicho que los bebés y niños son el enemigo en los transportes, no?

Olvidé decirles que los púberes/adolescentes también lo son.

Lo único que escuché durante la primera hora de viaje fueron múltiples "anécdotas sexuales" de dos adoradores de la santa paja, que a viva voz defenestraban a Fulanita y Menganita por ser las más putas del barrio.

Jelouuu! Date cuenta que no tengo ganas de escuchar cómo estas dos mininas se volteaban a todo lo que caminaba y menos si ese "todo lo que caminaba" eran dos pibitos con escasez de testosterona y más acné que ganas de vivir.

Imágenes mentales deplorables que ni siquiera daban lugar a un ratoneo como la gente.



En fin, superado ese american pie infantiloide, parecía haber llegado el silencio cuando uno de los colectiveros se dispuso a pasar una película.

Genial! Algún estreno, pensé, algo que me distrajera un rato.

Pensé mal. "El hijo de la máscara" en español.

Perdón?? El hijo de la máscara???


EL HIJO DE LA MASCARA???





GUAT DE JEL, GUAT DE FAC?

Ni siquiera la máscara original. Ni siquiera un Jim Carrey como para zafar un poco.

En español, y sin sonido.

Nos querían entretener con imágenes de una película de mierda, como si fuéramos bebés con los teletubbies.

Dos horas con el televisor emitiendo pedorradas al estilo cine mudo del año 20...

Cuando por fin terminó la bazofia y faltando algunas horas para llegar a destino, entró en escena el tercer pseudo púber-freak estrellade la noche.

Bueno, si a ESO se lo podía llamar pseudo púber.

No se sabía qué demonios era.

Venía con su propia escolta de activistas de Greenpeace para tirarle agua y que no muriera en el viaje.

Era un doble de riesgo de Willy, la orca asesina.

Parecía que estaban por devolverlo al mar; era un ballenato varado regresando de un centro de rehabilitación y desintoxicación para cetáceos drogadictos y adictos al punchi punchi.

No se sabía si era hombre o mujer.
Su atuendo flogger no hizo más que reafirmar la duda.
Y del peinado mejor ni hablar.


(Agradecemos a los creativos de Disney Pixar la ilustración de arriba)

Este especímen marino estaba sentado casi al lado mío con su entrenadora/madre y cuando todo el colectivo estaba en pleno silencio, comenzó a desesperarse y a intentar llamar- bufido mediante- a sus parientes que todavía estaban a 400 km, esperándolo en las cálidas aguas grutenses.

Sí chicos, desde que se decretó la hora de "se dejan todos de joder y se duermen" hasta que llegamos, este chico o chica al que bautizamos Cumbio, se la pasó roncando como un hijo de re mil putas mal paridas.

Y no era un ronquidito estilo ppfffff ni rrrrrrrr ni ronc ronc; ni siquiera un aggguurr agurrrr.

Era una seguidilla de gruñidos y grititos dignos de king kong agarrándose los testículos con la punta del Empire State.

A veces después de un estruendo, callaba bruscamente,
momento en el que se escuchaba un AHHHHHHH generalizado de alivio, algunos aplausitos, algunos BIEN, SE CALLO!

Se murió la bestia, tiren el cadaver en la banquina y sigamos viaje!

Pero no, se nota que el muy sorete se quedaba sin aire unos segundos para volver con un ronquido recargado que hacía que ese micro fuera un vibrador gigante con sonoridad surcando las rutas rionegrinas, con sus pasajeros horrorizados y con los ojos como el dos de oro.




Y la pelotudita de Mala Pe preocupada, con sus gotitas nasales, pensando que ella iba a ser la roncadora oficial del omnibus. Naaaah!

Episodio dos
La insoportable levedad del acampante.

Llegamos a eso de las 7 de la mañana, un sol digno de cancún, un poco más devaluado, aunque igual de abrasador.

El Cumbio feliz, chocho, descansadito, pleno, fresco como una lechuga.

Nivel de humor de la comitiva malalechiana: INEXISTENTE.

Nos esperaba la tarea de encontrar camping, en plena explosión turística.

A pie y con todos los bártulos a cuestas.

QUÉ PASÓ?

Nada, obvio!

Todo lleno, todo ocupado, no hay lugar, no insista, no joda, no rompa, no lo vamos a recibir.

La mañana se nos pasó caminando de punta a punta la villa, a cuatro manos con el protector solar, pateándonos las ojeras producto de la noche sin dormir.

Con muuucho calor, con arena hasta en las orejas, por no decir hasta el culo.

Nivel de insolación de la comitiva malalechiana: ELEVADO.

Íbamos a estar sólo una noche y ni siquiera había lugar en un hotel o en un hostel.

No se cómo llegamos a un camping y después de esperar bastante , una copada que debe haberse compadecido de nuestras caras de prisioneros de guerra, nos encontró un lugarcito ínfimo.

EN DESNIVEL! CON UN ARBOLITO PUTO JUSTITO EN LA ENTRADA!



Nuestro penthouse marítimo.

Una vez instalados en nuestra mansión en desnivel, nos fuimos a descansar un rato a un comedor comunitario que había en las instalaciones del camping.

Estabamos muy panchos charlando, cuando de repente...

Sí, debajo de una baldosa floja apareció él/ella con toda su comitiva.

Sí señores, con ustedes directamente desde Sea World el increíble niño ballena roncador: Cumbio!

Nivel de desconcierto y horror de la comitiva malalechiana: Oh my god! No hay palabras para describirlo.

Ya habíamos levantado campamento como para huir despavoridos, pero no pudimos evitar horrorizarnos imaginando que también nos iba a cagar el sueño de esa noche.

La MALA LECHE se hizo carne en nosotros!

Para colmo teníamos que seguir viendo su carita de felicidad y relax.

Y no sólo eso.

El desagradable desayunaba doble.

Primero iba solito y se mandaba un sandwich asqueroso con chocolatada (SI, leyeron bien) y después iba con el resto de los freaks de la familia y se tomaba un tecito, bien livianito.

CUMBIO escondedor!

Gracias a todos los dioses marítimos, su carpa quedaba en otro sector del atiborrado camping.

De vecinos teníamos a la carpa de orgullo gay y a una pareja de artesanos muy despareja.
Ella era una especie de machi indígena con gorro de gnomo entrada en años y él, un pibito con rastas hata el suelo que no tendría más de 25 años. Se la pasaban comiendo yogurt con ensalada de fruta. Eran los hippies macrobióticos más adorables del mundo.

Hablando de comida; cuando quisimos almorzar... qué pasó?

No habíamos llevado cubiertos. De pedo un platito de plástico y un abrelatas.

Nivel de ingenio de la comitiva malalechiana: ELEVADÍSIMO

Primer almuerzo marítimo: Sandwich de atún finamente picado con una bijouterie de mi propiedad.

Con ustedes la imágen que revela todo:

Picando el atún con el dije de mi collar. Eso peludo que se ve no son mis piernas, eh?



UFFF me cansé de escribir!

Si quieren saber cómo termina esta "atrapante" historia malalechiana, no dejen de comentar, sugerir, adular y rogar... ;)

Lloren chicos, lloren!

Nos vemos en la próxima entrega.

Episodio 3 : Ese loco, loco recital. (Y alguna otra cosita más)
Espisodio 4 : Las vueltas de la vida. (Nunca fueron buenas)




martes, 7 de septiembre de 2010

El azafato en celo

Nunca fui una rompecorazones , no vamos a alardear ahora.

De lo sí que estoy segura es que estoy meada por una manada de elefantes adictos a los diuréticos.
Todo impresentable que esté dentro del area de influencia de mi conchudez, indefectiblemente se me pega cual abrojo.
La excepción no iba a ser el día en el que hacía mi primer viaje en colectivo sola.
Destino? San Martín de los Andes.
Allí me esperaban un par de amigas para vacacionar unos días; en un verano que marcaba la transición entre la joda del secundario y el primer año de la facultad.

En fin...

Apenas subo al colectivo, el primer chorro de pis paquidérmico cae sobre mi cabeza.

Mi compañera de asiento era un híbrido entre mamut y mono carayá con la cría colgada de la teta emitiendo toda clase de chillidos y movimientos.

Empezamos mal.

A ver... Amo a los niños, los bebés son mi debilidad. Incluso he relatado cómo le salvé la vida a uno; pero un niño adentro de cualquier medio de transporte equivale a una alimaña maldita.

Un bebé compartiendo un recinto cerrado en el que se va a hacer un kilometraje considerable es el enemigo. Y si esa pequeña alimaña está en el asiento contiguo es un enemigo mortal, target de cualquier bombardeo.

FINISH HIM!
Fatality, Brutality, Babality !



En fin...

Estaba lamentando mi puta suerte, cuando de una nube celestial bajó él.

1.70 mts de puro carisma y simpatía.

-Hola, soy Rodrigo, el auxiliar de a bordo. Querés ir arriba que hay lugar, así viajás más cómoda?

Lissssto! Fenómeno!
Wow Rodri! Qué recibimiento!

Como un inocente corderito acepté su invitación.

No sabía que estaba a punto de lidiar con el azafato más impresentable sobre la faz de la tierra.

Me senté en uno de los primeros asientos, cerca del televisor y al lado de la escalera.

Sin saberlo, había entrado en su territorio. Me había metido en la boca del lobo.

Rodri iba y vení con cualquier excusa; cuando pasaba a mi lado me dedicaba una sonrisita y una guiñada de ojo que al principio me pareció simpática; pero a la vigésimo novena guiñada se empezó a poner denso el ambiente y mis ovarios comenzaron el ascenso hacia mi garganta para columpiarse en la campanilla y patearme las amígdalas.

Lo peor fue cuando me di cuenta de que estaba siendo vigilada. Una cámara de seguridad me apuntaba directo a la frente.



Pensé que estaba paranoiqueando por lo que comencé a cambiar de asiento adrede.

La muy hija de puta seguía mis movimientos.




Ese desubicado me había metido en un gran hermano móvil.

Estaba a punto de dedicarle un lindo FUCK YOU a la cámara , cuando emergió de las entrañas del colectivo con la merienda y una torre de videos para que eligiera qué película quería ver.

Estaba olvidándome del episodio de la cámara cuando el nabo me dice:

-Estabas inquieta hace un rato eh! No te convence ningún asiento?

AGHHHH LARGA VIDA AL REY DE LOS PAJEROS!

EL HIJO DE PUTA ME ESTABA MONITOREANDO!


Finalizada la merienda y comenzada la película, diviso una mano que sale desde el hueco de la escalera. Entre sus dedos una flor ordinaria y berreta de papel de servilleta y un papelito con un teléfono y una frase debajo.

ME DAS EL TUYO LINDA?




Ya no tenía escrúpulos. Era levantarme o levantarme.

No contento con eso, una vez que terminó de recoger las bandejas de la merienda, no tuvo mejor idea que sentarse al lado mío a ver la película sin siquiera pedir permiso.

Si al menos se hubiera quedado quieto y tranquilo.

El pibe hablaba hasta por los codos. No me dejaba ver la película en paz.

Tuve ganas de arrancar el martillo para romper el vidrio en caso de emergencia y hacerle añicos el cráneo. Para mí era una situación límite que calificaba como emergencia.

Un boludo a pedal, marmota olímpica, pelotudo con carnet al día estaba intentando chamuyarme de un modo insoportable...

Es o no una emergencia? Eh?

Como ya tenía los ovarios bailando lambada arriba de un plato y la paciencia se me había inmolado, empecé a inventarme un estado nauseoso y le pedí agua para tomar una pastilla "antivómito"

Cualquier cosa para que me dejara de romper.

Cuando llega con el vaso de agua y ve el blister con las pequeñas pastillas, interpreta que son anticonceptivos, se le ilumina la cara y entonces dice la frase de la tarde:

-Epa! Te estás cuidando? Mirá vos, tan santita que parecías! Te vas a portar mal en San Martín? No estarás embarazada vos no? Mirá que yo no tengo nada que ver! JEJEJE!


No infeliz, inútil, mononeuronal, básico!
No te toco ni con la orden de un juez!

Mi cara de culo se llevó el premio de la Academia.
Le dije que cerrara el pico porque quería dormir.

Finalizando el viaje y con la excusa de avisarme que ya estábamos arribando a destino, me dice en voz baja que lo llamara y lo buscara esa noche en el casino; que de ahí nos íbamos al hotel en donde paraba para "tomar algo".

No tuve que simular el estado nauseoso, a esa altura ya estaba instalado.

Mis últimas frases fueron:

- Si te sentís mareado es porque se te piantó un coagulo en el cerebro, de la embolia láctica que tenés. -Te tomás un café con leche y te morís de sobredosis! -Conseguite una vagina ya! (En realidad no dije vagina, dije lo otro )

Me saltó la barrabrava de adentro.
Quizás es un mecanismo de defensa para que se olviden que tratan con una dama y se alejen


Y sí, cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía.
Y sí, cuando el azafato es pajero, no te cambies de asiento, aunque viajes al lado de Godzilla.


Hasta la próxima gente buena leche.